1- Enfermedades crónicas Uruguay

1- Las enfermedades crónicas en Uruguay

Los principales problemas sanitarios y las enfermedades crónicas no trasmisibles han evolucionado a lo largo del siglo XX con diferente grado de desarrollo en los distintos países latinoamericanos. En nuestro país, al igual que en muchos otros, las enfermedades del aparato cardiovascular ocupan el primer lugar de mortalidad por enfermedades crónicas; y el perfil general de nuestra sociedad es el de una sociedad envejecida y con patología crónico degenerativa predominantemente discapacitante.

La estadística de mortalidad en Uruguay para enfermedades cardiovasculares, a lo largo del 1900 es creciente, y hay un marcado incremento, con un salto abrupto en la década del 40, que sigue aumentando hasta 1984. (Gráfico 1882-1999) La tendencia a fin de siglo es hacia la baja en el número total de defunciones por enfermedades cardiovasculares, lo que indica una disminución en el riesgo de muerte por estas patologías en nuestro país. Sin embargo esto ocurre en un cambio demográfico del país, que tiene un aumento leve de la población, y a su vez un incremento que es marcado en la población adulta y de tercera edad.

Muerte por enfermedades cardiovasculares en Uruguay 1882-1999.

Si bien hay una tendencia de todas las poblaciones a envejecer su estructura, y cada país está en diferentes etapas de ese proceso (transición demográfica), la situación de nuestro país es peculiar. Este proceso “influye sobre la situación epidemiológica de las poblaciones, aumentando la importancia de las enfermedades no trasmisibles (transición epidemiológica)…”3

De los diversos factores de riesgo analizados y usados hoy en programas de prevención cardiovascular, entre estos: sedentarismo, obesidad, tabaquismo, dieta, edad y sexo; sabemos que los mismos han variado a lo largo del siglo. En el análisis cronológico de estos factores de riesgo, encontramos que no se ha investigado, por lo menos en lo que respecta a bibliografía médica nacional, el cambio dietético en el uso de grasas tradicionales (saturadas de origen animal) a aceites vegetales industriales poli-insaturadas, en relación con el incremento de las patologías cardiovasculares. En la investigación de la evolución de la alimentación de nuestra población, existen claras coincidencias cronológicas y estadísticas en el abrupto cambio de la década del 40 como se observa en la gráfica, con el acelerado incremento de la producción y uso en la alimentación de los aceites de origen vegetal.

Ahora, ¿qué sabemos de la estadística de morbi-mortalidad de las enfermedades reumatológicas en el siglo pasado?.  Lamentablemente no se dispone de esta estadística, la cual hoy consideramos imprescindible para analizar objetivamente los factores posibles implicados en la evolución de esta patología crónica, tan invalidante en nuestra población. Entre la patología cardiovascular y reumatológica hay una relación anatomopatológica y clínica evidente. Los estudios demuestran que la artritis reumatoide es un factor de riesgo que acelera la ocurrencia de síndrome coronario agudo. La tasa de muerte cardiovascular aumenta en pacientes con artritis reumatoide, en comparación con poblaciones que solo presentan enfermedad cardiovascular.4,5

En cuanto a la morbilidad no hay datos exactos; pero de acuerdo a las estadísticas de morbilidad, obtenidas por egresos y motivos de consulta en los centros asistenciales,  las enfermedades cardiovasculares son las de mayor prevalencia y dentro de éstas la hipertensión es la de mayor morbilidad, como muestra la gráfica de egresos por causas cardiovasculares en el año 2000, gráfica que no considera el alto porcentaje de población sin diagnóstico primario de la hipertensión.

Egresos por causas cardiovasculares.

La distribución entre los egresos hospitalarios en el año 2004 por causa CV según grupos de edades muestra una frecuencia acumulada de 88,6 % en los mayores de 45 años, la distribución por sexo mostró un predominio en el sexo femenino.7

En este contexto, destacamos que similar situación se observa en toda Latinoamérica, siendo la HTA la enfermedad de mayor morbilidad según el último informe de  CEPAL en el 2001, y la artritis ocupa el segundo lugar según una encuesta basada en una muestra poblacional de 1450 personas de 60 o más años.9

Para Uruguay, al no existir estadísticas de morbi-mortalidad para enfermedades reumatológicas resulta imposible estimar cifras, sí sabemos de acuerdo a datos obtenidos por encuestas de percepción de enfermedad en Montevideo, que estas ocupan el segundo lugar en prevalencia de enfermedades crónicas en nuestro país, (cuadro Tasas de percepción) después de las enfermedades cardiovasculares, un 26, 8 % con mayor incidencia en el sexo femenino.

También las enfermedades crónicas son de mayor prevalencia en el sexo femenino, donde el informe de la encuesta SABE de 2001 mostró para la población montevideana de 60 o más años que las mujeres sufren más enfermedades crónicas que el hombre.

La inflamación en las enfermedades crónicas

¿Cuál es el rol de la inflamación en las patologías crónicas?

La inflamación está presente en la mayoría de las enfermedades crónicas de mayor prevalencia. El desarrollo de diversos marcadores biológicos usados en la paraclínica son la evidencia bioquímica más clara de ello, tanto la VES como la PCR, etc., son usados cada ves más para el diagnóstico en las enfermedades crónicas.

Nuestro objetivo es mostrar el origen y la importancia de un estado de “hiperinflamación” en la evolución y complicaciones de las mismas.

Actualmente el recurso terapéutico más empleado para tratar éstas enfermedades es el farmacológico; mediante el cual se bloquea la cascada del ácido araquidónico,  para controlar así las manifestaciones del proceso inflamatorio. Los corticoides actúan en el bloqueo irreversible de las enzimas que producen hidroperóxidos responsables de las funciones que desencadenan el proceso inflamatorio; y los AINEs bloquean la cicloxigenasa e impiden la formación de prostaglandinas y tromboxano.

El uso de estos fármacos brinda una solución temporal, con lo que se mitiga y/o elimina el dolor y disminuye la inflamación, y eso se puede interpretar como beneficioso a corto plazo porque alivia el sufrimiento del paciente, pero por otro lado se hipertrofia la concentración del AA a nivel de las membranas celulares, generando un “estado de hiperinflamación” (exceso de AA a nivel de las membranas celulares), que en la evolución de la enfermedad favorece la aparición de las complicaciones en la patología crónica. Además pequeñas causas desencadenantes (microtraumatismos internos y externos, lesión del endotelio, etc.) generan una exagerada respuesta inflamatoria que comienza a ser una patología en si misma, cuando el proceso de reparación que implica la inflamación no logra la homeostasis hacia ese fin, sino hacia la cronicidad.

¿Cuál es la otra vía sobre la cual podemos actuar sin hipertrofiar la concentración del AA?

La respuesta está en el origen de los AGPI.

SIGLAS:

AA: Ácido Araquidónico – AGE: Ácidos Grasos Esenciales – AGPI: Ácidos Grasos Poli-Insaturados

AINE: Anti-Inflamatorio No Esteroideo – DHA: Ácido Decosahexaenoico – EPA: Ácido Eicosapentaenoico

MSP: Ministerio de Salud Pública – PCR: Proteína C Reactiva – SNC: Sistema Nervioso Central

SNP: Sistema Nervioso Periférico – VES: Velocidad de Eritrosedimentación

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2- Ácidos grasos esenciales

Cascada de ácidos grasos polinsaturados

Los ácidos grasos esenciales, son dos: el linoleico (C18:2 n-6) u omega-6 y el alfa linolénico (C18:3 n-3) u omega-3. Estos son sintetizados por los vegetales. A partir del linoleico prácticamente casi todos los animales sintetizan el AA, pudiendo acumular el linolénico en sus grasas así como el alfa linolénico, como materia prima de reserva para producir AA y DHA respectivamente. El hombre obtiene el AA de la carne de los animales y el linoleico de la grasa de los animales; actualmente, dicho consumo se potencia aún más con la ingesta excesiva de los aceites vegetales en sus diversas presentaciones en la dieta actual. (Aceites vegetales en todas la variedades de marcas, de fácil acceso a toda la población y como ingrediente principal en el enriquecimiento de diversas recetas del arte culinario) Hasta la fecha el AA fue el único considerado como AGE y hoy se sabe que el omega-3 DHA tiene un rol tan importante como el AA y es imprescindible la presencia de ambos en una relación igualitaria a nivel de la membrana para un correcto metabolismo celular; dicha relación es dinámica y varía naturalmente con los cambios estacionales puesto que estos influyen sobre la composición de los alimentos de origen vegetal.

Balance natural de los ácidos grasos esenciales

El confinamiento de animales comienza en la década del 40, principalmente con aves, con lo que se busca mejorar los parámetros productivos. Se fabrican raciones balanceadas teniendo en cuenta principalmente energía y proteínas; lo cual tiene un efecto directo sobre la producción. Esta formulación no contempla la calidad y la naturalidad de los nutrientes, perdiéndose así el equilibrio nutricional natural del animal en su ambiente. Las grasas y el balance de ácidos grasos en estos productos alimenticios fue notoriamente modificado: se incrementó el porcentaje de grasas saturadas en la carne, debido al confinamiento y al exceso de energía que aporta la dieta de los animales así criados. Los AGPI de la serie omega-6 (ácido linoleico) se incrementaron en varias veces debido al consumo de granos que forma parte de un 70 % de la dieta y también debido a la adición de aceite vegetal. (oleinas)

Por otra parte los AGPI de la serie omega-3 prácticamente desaparecen de la grasa de estos animales; por un lado al impedirse el consumo de hojas verdes y de insectos que se alimentan de hojas verdes, impidiendo así la ingesta del ácido graso alfa linolénico de la serie omega-3. Estas deficiencias son trasladadas a los consumidores de estos productos, provocando un  déficit de omega-3 y un exceso de ácidos grasos omega-6 mediante la alimentación; con las consecuencias a largo plazo expresadas en las patologías de nuestro tiempo.

Industrialización - La pérdida del equilibrio

Exceso de ácidos grasos Omega-6 y carencia de Omega-3

Como conclusión éstos omega-3 de cadena larga EPA y DHA siempre estuvieron presentes en nuestras membranas celulares conjuntamente con el AA omega-6 ejerciendo un equilibrio dinámico de acuerdo a la alimentación  que el individuo podía obtener de su ambiente. De acuerdo a las concentraciones de estos dos ácidos grasos en los animales silvestres que todavía viven en su medio natural, vemos que presentan concentraciones de AA y EPA-DHA en una proporción similar entre ambos. Esa relación se trasladaba al hombre.

Luego de la industrialización la concentración de estos dos ácidos grasos cambia en las células de los hombres, aumentando la relación a 20 veces o más AA que EPA-DHA.

La reincorporación del EPA-DHA perdido tiene un efecto en la disminución de los procesos inflamatorios generados a partir del AA. EPA-DHA ejerce un efecto competitivo por un lugar en la membrana celular, por la utilización de las enzimas fosfolipasa A2, lipoxigenasas y cicloxigenasas. A su vez los productos de este ácido graso omega-3 ejercen una acción competitiva e inhibitoria sobre los productos del omega-6.

Los productos del AA pertenecen a la serie 2 y 4 de prostaglandinas y leucotrienos respectivamente, mientras que los de la serie 3 y 5 pertenecen a los productos del omega-3.

La prostaglandina E3, no tiene los efectos inflamatorios como los de la prostaglandina E2. (vascularización, edema, dolor, calor) El tromboxano A3 no es agregador plaquetario como el tromboxano A2, que es potente agregador plaquetario, y vasodilatador. El leucotrieno B5 tiene una acción quimiotáctica diferente al leucotrieno B4 que es un potente quimiotáctico y agresor celular.

Las primeras investigaciones del beneficio en la dieta humana de la importancia de los AG omega-3 provienen del estudio de la dieta de los esquimales de Groenlandia, población que consume alta cantidad de pescado graso en forma natural, o sea crudo; los estudios mostraron que estos consumidores tenían bajos índices de mortalidad por aterosclerosis.12

Diversos estudios posteriores coinciden en afirmar que las poblaciones cuya dieta es prioritariamente en base a productos de origen marino tienen menor prevalencia en morbi-mortalidad cardiovascular, lo cual se ha vinculado al alto contenido de ácidos grasos de la serie omega-3 de estos productos.13, 14,15

A partir de estos estudios, en la década del 80 comienza el uso en nutrición humana de la suplementación dietética con aceites de origen marino debido a que contienen seis veces más ácidos grasos omega-3 que omega-6, con lo cual se pretendía en principio disminuir los riesgos de enfermedades cardiovasculares.

Los suplementos utilizados surgen a partir de la fabricación de harina de pescado quedando como subproducto de dicha fabricación el aceite de pescado; este aceite se refina y se encapsula en gelatina blanda.

Comienza así a recomendarse en nutrición como suplemento dietético sin acción terapéutica comprobada. Los trabajos de investigación en el tema, documentaron estadísticamente mejorías en patologías relacionadas con el sistema cardiovascular, sobre todo disminución de triglicéridos, LDL y VLDL plasmático.16 a  21

También se compararon poblaciones con alto consumo de pescado como ser los asiáticos, con poblaciones occidentales altamente industrializadas, observando también diferencias importantes en estos padecimientos.

La importancia conceptual de los ácidos grasos en la alimentación humana no ha sido clara y han pasado más de 50 años desde que por primera vez se habla de la esencialidad de algunos AG en 1929 por Burr y Burr. Recién en 1999 se reconoce la esencialidad de la serie omega-3 como un participante activo y normal del metabolismo celular y su importancia vital en órganos como el cerebro y la retina.22

SIGLAS:

AA: Ácido Araquidónico – AGE: Ácidos Grasos Esenciales – AGPI: Ácidos Grasos Poli-Insaturados

AINE: Anti-Inflamatorio No Esteroideo – DHA: Ácido Decosahexaenoico – EPA: Ácido Eicosapentaenoico

MSP: Ministerio de Salud Pública – PCR: Proteína C Reactiva – SNC: Sistema Nervioso Central

SNP: Sistema Nervioso Periférico – VES: Velocidad de Eritrosedimentación

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3- Consumo de aceites vegetales y aceites de pescado

En 1940 comenzó el desarrollo máximo de la industria aceitera en el Río de la Plata,  primero en Argentina y luego en Uruguay. La primera aceitera uruguaya se funda en 1935. 23

La superficie sembrada con girasol en nuestro país, según datos de la sección Estadística de los Servicios Agronómicos, había experimentado un enorme ascenso, pasando de 2.500 há en 1934 a 102.449 há en 1941. 24 Las estadísticas de consumo de aceite a escala mundial son cada vez más crecientes como muestra la gráfica.

Para América Latina, el consumo de aceite vegetal diario por persona en la década del 60 era de 10 a 12 grs. , creciendo a más del doble, 30-32 gramos en la década del 90.

Este excesivo uso de los aceites vegetales en nuestra dieta, ha desplazado el consumo de grasas saturadas de origen animal, cambiando así sustancialmente el estilo de vida actual, desde las típicas recetas del arte culinario de nuestros abuelos, a los parámetros que señalan las gráficas sobre consumo de aceite. El ingreso de AGPI de origen vegetal a gran escala ha sido sin lugar a duda uno de los cambios más importantes en la historia de la alimentación humana del siglo pasado, con repercusiones a gran escala: sociales, económicas, sanitarias y ambientales.

Argentina, país vecino con características culturales similares a las nuestras, presenta en las últimas décadas un impresionante incremento del consumo de aceites, por ejemplo, en las estadísticas industriales de producción y consumo de éste aceite, se observa que en la década del 90, el consumo nacional aparente de aceite de girasol, pasó de 200 mil toneladas a más del doble al final de la década.

De esta gráfica, de datos de la Dirección Nacional de Alimentación de Argentina, surge que el consumo promedio en 1998, fue de 16 grs. de aceite de girasol solamente, sin considerar el resto de los aceites; estos 16 grs. de aceite de girasol proporcionan 11,2 grs. de ácido linoleico omega-6. El aporte de las grasas vacunas, sebo o manteca, contienen naturalmente un 2 % de ácido linoleico. Para igualar este aporte de omega-6 a partir de aceite de girasol, con grasa vacuna o manteca necesitamos 560 grs.  o sea que el aceite de girasol aporta 35 veces más omega-6 que la grasa vacuna, sin aportar omega-3.

Recién en la década del 80, estudios de diversas disciplinas sugieren efectos deletéreos del alto consumo del ácido linoleico proveniente de dichos aceites. Como ejemplo, en el ámbito internacional, se menciona a Israel, país que tiene una de las dietas con los rangos más altos del mundo de grasas poliinsaturadas/saturadas (P/S), cuya población consume algo más del 8 % de AGPI Omega-6 que en los EEUU, y algo mas del 10-12 % que en la mayoría de los países europeos. 26

Los judíos de Israel pueden ser considerados como un experimento poblacional de una dieta basada en los efectos de un alto contenido de AGPI omega-6 sobre las enfermedades crónicas, dieta que por otro lado ha  sido ampliamente recomendada. A pesar de tales hábitos en Israel, paradójicamente, hay una amplia prevalencia de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes mellitus no insulino dependiente y obesidad, todas enfermedades asociadas con hiperinsulinemia e insulino resistencia. También hay un incremento en la incidencia y tasa de mortalidad por cáncer, especialmente en mujeres, en comparación con los países occidentales. 27

Los estudios sugieren que un alto consumo de ácido linoleico  puede agravar la hiperinsulinemia e insulino resistencia, tanto como ser sustrato para la peroxidación lipídica y formación de radicales libres. De esta manera, lejos de ser beneficioso, las dietas con alto contenido de AGPI omega-6 pueden tener a largo plazo serios efectos adversos, actuando como vínculo entre la hiperinsulinemia, aterosclerosis y carcinogénesis.

Las tradiciones del Río de la Plata no muestran históricamente una mayor tendencia hacia el consumo de productos de mar, al contrario, a principios del siglo pasado es notoria la nutrición basada en un alto contenido en grasas saturadas; a mediados del siglo esa tendencia cambia claramente, a tal grado, que en países vecinos, como Argentina, ya no existe el parámetro de consumo de grasas saturadas en las encuestas del Instituto Nacional de Alimentación, puesto que estas han sido sustituidas ampliamente por grasas de origen vegetal, es decir por AGPI. Dado el peso de ciertas tradiciones de consumo, y sobre todo por el comercio a gran escala que inunda constantemente de información basada en alimentos altamente procesados con alto contenido de AGPI, es difícil lograr un cambio en estos nuevos hábitos de alimentación sin una buena educación.

Analizando los perfiles lipídicos de los aceites de origen marino vs los aceites vegetales, es notoria la gran diferencia en relación con el porcentaje contenido de ácidos grasos poliinsaturados: omega-6 (linoleico) / omega-3 (linolénico). Esta relación en aceites de girasol es de 70% omega-6 / 0% omega-3; maíz  de 59% omega-6 / 1,2% omega-3; y soja  55% omega-6 / 7% omega-3.

La mayor parte de los aceites vegetales comestibles que usamos con los alimentos en mayor proporción, y que observamos en el cuadro, tienen un alto contenido de ácido linoleico (omega-6) y carecen ampliamente de ácido linolénico (omega-3), a diferencia de los aceites de pescado que están en situación opuesta, por lo cual consideramos imprescindible el uso de estos aceites del mundo marino en la dieta humana contemporánea para suplir dicha carencia.

Proporción de ácidos grasos en diferentes aceites

Como resultado de este cambio nutricional todas nuestras células contienen en su membrana fosfolipídica un exceso de omega-6 AA y una carencia de omega-3 DHA.

Estos ácidos grasos son parte fundamental en la célula porque disparan los mecanismos de defensa; y el desequilibrio en la relación entre ambos altera la respuesta del organismo ante las defensas; ya que los ácidos grasos omega-6 y omega-3 actúan de manera conjunta en las defensas celulares, frente a agresiones provocadas por microorganismos invasores, lesiones físicas o bioquímicas, causadas por la respuesta humoral de la sangre.

 La ruptura de las membranas celulares es la primera etapa. La activación de la fosfolipasa A2 (que inhiben los corticoides) desprende los ácidos grasos araquidónico y DHA que son transformados por las enzimas cicloxigenasa y lipoxigenasa, en productos llamados eicosanoides.

Estos productos son prostaglandinas, leucotrienos y tromboxanos, compuestos que tienen acciones locales y sistémicas que actúan sobre los tejidos circundantes y sobre los vasos sanguíneos, preparando la zona afectada para su defensa.   La respuesta inflamatoria es desencadenada por el AA que tiene la misión de evitar el ingreso de gérmenes para luego activar la reparación de los tejidos lesionados.

La enzima cicloxigenasa genera la prostaglandina E2 que aumenta la proliferación de vasos sanguíneos y la trasudación de los mismos, provocando edema, dolor y aumento de temperatura. El tromboxano A2 aumenta enormemente la agregación plaquetaria favoreciendo la formación de trombos necesarios para evitar la pérdida de sangre en la lesión de los tejidos. La enzima lipoxigenasa transforma el AA en leucotrienos de los cuales el B4 tiene una acción quimiotáctica muy potente convocando células blancas al sitio de inflamación para organizar la inmunidad humoral y celular. El DHA utiliza las mismas enzimas para producir eicosanoides, pero éstos tienen acciones muy diferentes a los productos del AA ya que son aproximadamente 100 veces menos inflamatorios que los productos del AA. El DHA tiene un efecto inhibidor sobre el AA compitiendo con este por las mismas enzimas que ambos usan en sus procesos bioquímicos.

Suplementar la dieta con lípidos omega-3 y especialmente DHA es imprescindible para reestablecer el equilibrio. Los lípidos marinos del hemisferio sur contienen más DHA (20% aprox.) que los lípidos del hemisferio norte (8% aprox.). El EPA (ácido Eicosapentanoico) es un precursor del DHA y no es tan efectivo a la hora de suplementar como el DHA.

Un aspecto fundamental en cuanto a los suplementos marinos de omega-3 es su potencia para revertir desequilibrios. Por un lado su contenido en DHA y por el otro es la integridad física de esta molécula, ya que es un poli-insaturado con seis instauraciones que le dan una gran inestabilidad. La extracción de aceites de pescado tradicional aplica cocción y altas temperaturas que afectan un gran porcentaje del DHA, por destrucción directa o por rotación molecular. Esta rotación cambia la configuración natural cis a trans. La mayor parte de los lípidos de la naturaleza son de configuración cis, siendo los trans producto de la manipulación.

La obtención de suplementos de AG omega-3 a partir del aceite de pescado presenta dificultades, dado que los aceites de pescado son un subproducto en la fabricación de harina de pescado; siendo imposible mantener parámetros de calidad para la obtención del aceite. La alta insaturación de éstos omega-3 de cadena larga convierten a la integridad molecular en un punto crítico a la hora de elegir un método de obtención de éstos ácidos grasos. El calor necesario para la separación del aceite de los componentes hidrosolubles afecta la configuración espacial de la molécula, impidiendo esto la unión reversible con el centro activo de las enzimas del metabolismo celular implicado. A esta característica del producto la relacionamos con la actividad biológica de los ácidos grasos omega-3, es así que vemos que los aceites de pescado industriales y refinados tienen menos actividad biológica que los aceites presentes en el pescado en su forma natural. Esta situación fué el punto de partida para que en 1985 comenzara a investigar sobre el desarrollo de una nueva técnica de extracción lipídica a partir del hígado de pescado. Hasta que logré crear un nuevo procedimiento de obtención de lípidos sin uso de calor ni productos químicos a partir del hígado de pescado, el cual fue patentado en 1997 en el Ministerio de Industria, Energía y Minería, como técnica industrial única basada en gravitación en frío sin antecedentes hasta la fecha.28

El producto obtenido mediante esta técnica tiene la particularidad de tener eficacia terapéutica para corregir los trastornos generados por desequilibrio de estos dos ácidos grasos: omega-6/omega-3 en la membrana celular.

  • Registro de patente de procedimiento de extracción de aceite de pescado 1997
  • Aceite de hígado de pescado (merluza) obtenido por una técnica exclusiva (centrifugación en frío) de extracción sin uso de calor ni productos químicos.
  • Los AG omega-3 permanecen en un 100% en su estado natural sin sufrir alteraciones de configuración cis a trans.
  • Registro como especialidad farmacéutica ante el MSP año 2003

Mecanismo de acción:

  • Actúa directamente sobre la membrana fosfolipídica.
  • Modifica la fluidez de membrana celular.
  • Produce eicosanoides de la serie 3 y 5.
  • Inhibidor competitivo del ácido araquidónico y sus productos.
  • Normaliza la agregación plaquetaria: es antitrombótico.
  • Hipolipemiante: sobre todo disminuye triglicéridos.
  • Acción a nivel de SNC y SNP.
  • Acción antiinflamatoria y quimiotáctica.
  • Terapéutico y preventivo.

Vía de administración:

  • Oral

Dosis:

  • Preventiva: 5 cc/día.
  • Terapéutica: -15 cc/día

                            -20 cc/día en personas de más de 100 kg de peso.

Indicaciones:

  • Dislipemias.
  • Trastornos inflamatorios.
  • Trastornos autoinmunes.
  • Enfermedades cardiovasculares.
  • Tratamiento coadyuvante en neoplasias.
  • Suplemento dietético en individuos sanos y enfermos.

Efectos adversos:

En algunas personas: aumento de deposiciones, náuseas, flatulencia y eruptos que desaparecen cuando se ingiere con las comidas.

Precauciones:

  • En pacientes con trastornos hematológicos medicados con anticoagulantes se debe administrar con precaución.
  • En pacientes con antecedentes de colecistitis no se debe administrar en ayunas.

Interacciones:

  • No se han detectado interacciones con otros medicamentos.
  • Precauciones en  uso concomitante con warfarina.

Tratamiento con aceite de pescado

El tratamiento con este producto se indica en todos aquellos desordenes en los cuales los niveles de DHA están afectados. Debido a la esencialidad de estos ácidos grasos es necesario corregir los desequilibrios causados por déficit de DHA,  con un producto que contenga suficiente DHA en estado biológicamente activo como nuestro producto. La incorporación de omega 3 corrige el déficit que inevitablemente presenta la alimentación actual con exceso de AGPI omega 6. Ante sintomatología de desequilibrio omega-6 /omega-3, se debe ingerir como mínimo 3 gr diarios de DHA omega-3, proveniente de aceites marinos de buena calidad.

Una vez reestablecido el equilibrio de estos AGPI, lo que se evidencia clínicamente por la desaparición de los síntomas, se debe continuar con la ingesta en menor proporción, en una dosis aproximada de 1 gr diario de DHA, dependiendo del contenido de omega-6 de la dieta diaria. 

Lo primordial en el tratamiento dietético con AGPI omega-3 es revertir el desequilibrio en relación con los AGPI omega-6, pero además, se deben evitar las comidas elaboradas con aceites vegetales como las frituras o mayonesas; ya que de esta manera también se contribuye a mantener el equilibrio restablecido mediante el tratamiento con AG omega-3.  El resto del balance calórico de la dieta aportado por las otras grasas, saturadas y monoinsaturadas, no implican un problema grave a la hora de reestablecer este equilibrio, pero si es necesario controlarlas en términos cuantitativos cuando el objetivo es disminuir el aporte calórico de la dieta,  especialmente en los casos de obesidad. Las grasas saturadas no generan trastornos graves en personas con sus ácidos omega-6/ omega-3 en equilibrio, con la excepción de que aumentan el aporte calórico total de la dieta.

Por lo tanto es necesario durante el tratamiento con aceite de pescado evitar el uso de aceites vegetales para cocinar, sustituyéndolo por aceites altos en oleico o de oliva o manteca de leche u otras grasas.

Para que el tratamiento con omega-3 sea eficaz, el producto empleado debe mantener la integridad molecular en un 100 %; es decir, debe tener  alta actividad biológica, lo cual solo se puede obtener con el uso de un aceite de pescado obtenido en condiciones físicas especiales.

SIGLAS:

AA: Ácido Araquidónico – AGE: Ácidos Grasos Esenciales – AGPI: Ácidos Grasos Poli-Insaturados

AINE: Anti-Inflamatorio No Esteroideo – DHA: Ácido Decosahexaenoico – EPA: Ácido Eicosapentaenoico

MSP: Ministerio de Salud Pública – PCR: Proteína C Reactiva – SNC: Sistema Nervioso Central

SNP: Sistema Nervioso Periférico – VES: Velocidad de Eritrosedimentación

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Preguntas frecuentes

¿Qué son los ácidos grasos Omega-3 y Omega-6?

Son grasas esenciales que el organismo no produce, por lo cual deben ser ingeridos con los alimentos. Tienen una acción a nivel celular en la producción y resolución de los procesos inflamatorios. Los omega 6 son los desencadenantes de la inflamación, estos están en exceso en la mayor parte de nuestros alimentos cotidianos, por lo cual la inflamación es muy frecuente.

¿Cómo actuan los ácidos grasos en el organismo?

Los ácidos omega 6 desencadenan los procesos inflamatorios en los tejidos del organismo, mientras que los ácidos omega 3 contrarrestan la acción de los omega 6 y finalizan el proceso inflamatorio. Por lo cual, una carencia de omega 3 y exceso de omega 6 provocan un estado inflamatorio subclínico, siendo este la causa y el soporte de las enfermedades crónicas. El exceso de omega 3 es muy difícil que ocurra y no tiene ninguna consecuencia en el organismo.

¿En qué alimentos se encuentran los ácidos grasos?

Los ácidos omega 3 y 6 tienen precursores de origen vegetal, pero estos tienen muy poca acción en el organismo. Para que tengan acciones metabólicas deben ser transformados en: Araquidónico que es el omega 6 el que desencadena el proceso inflamatorio y en EPA y DHA los omega 3 que contrarresta y resuelve la inflamación, estos se encuentran equilibrados en los nutrientes de origen, en los animales silvestres. Las personas que se alimentaban de estos no padecían enfermedades crónicas, por lo menos no como ahora.

Una alimentación correcta debe tener cantidades igualitarias de omega 3 y omega 6, en la naturaleza el equilibrio existe, por eso los animales salvajes no tienen estos problemas. Como el hombre ha usado demasiadas semillas para alimentarse y para alimentar los animales que consume, la alimentación actual está cargada de ácidos grasos omega 6 en exceso, los que con el tiempo incrementan los procesos inflamatorios y desencadenan las enfermedades crónicas que se instalan a partir de la inflamación crónica del organismo. 

La inflamación crónica se hace evidente al sufrir con frecuencia: gastritis, dolores de cabeza, rinitis alérgica, alergias atópicas, asma, hemorroides, divertículos, caída de cabello, dificultades en las funciones orgánicas como regularidad intestinal, dificultades para dormir, dificultad para moverse por la mañana por dolores articulares.

La inflamación crónica desencadena la enfermedad cardiovascular, la diabetes de tipo 2, provoca la hipertensión esencial, la rápida coagulación de la sangre, con lo cual aumenta notoriamente los riesgos de accidentes cardiovasculares.

¿Qué suplemento de Omega-3 es el más adecuado y cuanto hay que tomar?

Podemos consumir suplementos de omega 3 que son aceites. Los aceites de origen vegetal como lino o chía son muy poco efectivos.

Los aceites de pescado son los mejores recursos de omega 3, también la carne del pescado graso. Estos aceites son mucho más efectivos si son obtenidos del hígado del pescado y sin aplicación de solventes y sin cocción. La cantidad a tomar es importante, el consumir cápsulas diariamente puede ser efectivo con una alimentación muy controlada, lo cual es difícil de realizar. Una ingesta diaria promedio de 10 cc es lo ideal para mantener la inflamación sistémica controlada.

El aceite de hígado de pescado que fabrico, es obtenido de hígados frescos de pescado (merluza y cazón), separados al momento de ser procesados industrialmente, luego son congelados y empacados. Para extraer el aceite son descongelados, una vez separado el aceite es filtrado y envasado. El aceite obtenido es cien por ciento natural, procesado en frío, evitando la oxidación, para disminuir su deterioro. Contiene antioxidantes naturales que prolongan su vida útil. La dosis diaria depende de la alimentación cotidiana. El consumo de alimentos con abundantes ácidos grasos omega 6 requiere una mayor dosis de aceite de pescado. Como referencia, una alimentación sin muchas restricciones requerirá un consumo diario de aceite de pescado de 10 cc. Las personas con un peso corporal superior a los 100 Kg requerirá 15 cc. La dosis puede ser duplicada sin que tenga contraindicaciones. Las personas que están medicadas con anticoagulantes deben controlarse regularmente la coagulación sanguínea. La ingesta debe ser continuada aunque los problemas hayan desaparecido debido a que de no continuar el tratamiento volverá a aparecer. El aceite debe ser ingerido previo a una comida para evitar repetirlo (eructos). Debe ser conservado en un lugar fresco y oscuro, en verano conservar de preferencia en el refrigerador, este se pondrá espeso y turbio, lo cual es normal y la calidad se mantiene por mucho tiempo.